En 2020, la concienciación contra el tabaco es mucho mayor que en los años 50, cuando la publicidad lo vendía como un medio para convertirte en alguien más atractivo, más carismático y más exitoso. Aun así, todavía mueren cada año más de 7 millones de personas como consecuencia del tabaquismo.
Aunque la mayoría de las campañas contra el tabaco alertan sobre el daño que hace a nuestros pulmones, nuestra boca es otra de las grandes perjudicadas, ya que actúa como “peaje” antes de que el humo se adentre en nuestro cuerpo y ataque al resto de nuestro organismo. Te contamos cómo daña el tabaco a tus dientes, encías, lengua y boca en general.
Por qué debes dejar de fumar para proteger tu salud dental
Desde Clínica Vilaboa, te damos varias razones por las que deberías dejar de fumar para no perjudicar tu salud bucodental:
- El tabaco provoca halitosis o mal aliento.
- Fumar reduce nuestra capacidad para detectar enfermedades periodontales. Uno de los síntomas más claros de la gingivitis es el sangrado de las encías cuando nos cepillamos; sin embargo, el tabaco reduce el oxígeno que llega a las encías y provoca que no sangren, lo que no quiere decir que no podamos contraer una enfermedad, de hecho, hay más posibilidades.
- El tabaco reduce la eficacia de algunos tratamientos, como la periodoncia, la endodoncia o los implantes dentales, que pueden llegar a no integrarse correctamente en el hueso o desestabilizarse antes de tiempo, incluso aunque los coloque un profesional.
- Los dientes de las personas fumadoras se amarillean y erosionan con facilidad.
- Si fumas, corres mayor riesgo de sufrir cáncer oral, un tumor que puede llegar a ser letal.
Cinco consejos para dejar de fumar
- Intenta que en el momento en el que te plantees dejar de fumar tu vida se encuentre en una situación estable, te resultará más sencillo enfrentarte al cambio.
- Cuando te plantees dejar de fumar, plantéatelo seriamente. Abandonar la adicción no es sencillo, no sirve de nada si dices “voy a dejar de fumar” pero no haces un esfuerzo real ni aprovechas todas las herramientas disponibles (tratamientos médicos, ayuda psicológica…).
- Atrévete a pedir ayuda si la necesitas. Encuentra a alguien cercano que actúe de “ancla” y te pueda recordar tu propósito cuando corras el riesgo de volver a caer. Acude a terapia profesional para aprender a controlar tu comportamiento.
- Déjalo de golpe. Está demostrado que el síndrome de abstinencia es mayor al principio, por lo que los primeros días serán más duros, pero después resultará más sencillo que si arrancaras la tirita muy poco a poco.
- Si es posible, prepara un plan de acción. Planea cómo reaccionarás cuando las ganas de fumar sean muy intensas. La prevención te ayudará a salir de esas situaciones en momentos de estrés.
Cuando tengas dificultades, recuerda las razones por las que decidiste dejarlo y mentalízate de que fue una de las mejores decisiones que podrías haber tomado. Los beneficios se verán reflejados de forma prácticamente instantánea, tu voluntad se fortalecerá y tu salud dental y salud en general te lo agradecerán. Tú puedes, ¡ánimo!